Angélica Del Carpio

«QUÉ ESTÁ PASANDO», NO ES LA PREGUNTA SINO ¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO?

Hablamos de los cambios externos, de los acontecimientos globales y locales que todos conocemos, de las verdades y mentiras, de las opiniones, juicios y hechos, hacemos análisis y discutimos de manera cada vez más visceral, defendiendo posturas y queriendo tener la razón, cada uno: su razón. 

El caso es que así es imposible llegar a acuerdos para la construcción del futuro, lo cual debería ser el objetivo de estos debates. Si bien es cierto que siempre han habido polémicas, discusiones y diferentes perspectivas en la búsqueda  soluciones, es importante que seamos conscientes  de que ahora estamos definiendo nuestro mundo y que hacerlo en el marco de posturas muy opuestas y rígidas, claramente detonadas por el miedo y a la defensiva, no nos conducen a ello de una manera efectiva.

No es momento de discutir para validar nuestros puntos de vista,  como si con ello pudiéramos hacer que pase lo que queremos o en su defecto,  que no pase aquello que tememos. 
Estás discusiones que inconscientemente buscan imponer nuestro punto de vista, son poco útiles y de hecho muy distintas a lo que nos referimos con el poder de la «conversación» desde el liderazgo generativo, donde la conversación como tal es capaz de producir un resultado que incluye y legitima las diferentes perspectivas.

Toda esta polémica de hoy en día, lo aceptemos o no, viene de una gran ansiedad, de esa sensación interna de la que hablamos muy poco o sin profundizar y ante la que pasar de refilón, es algo que no nos podemos permitir. Esta vez, el cambio nos presenta grandes retos y justamente por eso nunca fue tan incómodo. Nuestras herramientas y soluciones conocidas – en el mejor de los casos – nos sirven solo para resistir, pero para dar pasos y crear nuestro futuro, se están mostrando insuficientes. 

Es momento de hablar de lo que nos pasa y de la gestión de esta incomodidad, porque para alinearnos, diseñar y construir ese futuro de prosperidad, bienestar, desarrollo y sostenibilidad, que constantemente evocamos,  nos están faltando muchas conversaciones, y este es precisamente el punto de partida. 

Si miramos el contexto como una gran oportunidad de reconectar con nosotros mismos y de averiguar cuál es realmente la vida que queremos en todos los frentes y ámbitos en que participamos: empresas, familias, ciudades, comunidades, nuestro entorno en general, estaremos más cerca de lo que queremos alcanzar.  Así, preguntarnos ¿qué nos pasa? se torna crucial. 

Comencemos por reconocer que exponernos a esta irrupción de un mundo nuevo que se va concretando en un nuevo orden mundial, es excepcional, todavía increíble y nos ha descolocado a todos. Aunque hayan saltado nuestros mecanismos de defensa y, unos mejor que otros, lo vayamos gestionando, es urgente replantearnos aspectos esenciales, no solo sobre nuestra percepción del mundo, sino más allá y más profundamente, sobre nuestra vida.  Es momento de cuestionar el futuro al que íbamos o la forma cómo estábamos yendo, para diseñar lo que realmente queremos.

Nos ha tocado vivir la ruptura de muchas de nuestras estructuras, la caducidad de paradigmas y referentes que resultan obsoletos o inútiles. Nos encontramos constantemente con incoherencia e inconsistencia frente a muchas de las demandas externas y así también, respecto a las nuevas personas que, aún inconscientemente, ya somos. No lo podemos buscar soluciones desde los mismos paradigmas o perspectivas. Necesitamos mirar el mundo desde un nuevo «mindset».

¿Te has planteado que los cambios no vinieron solamente por los intereses y las decisiones de los grandes poderes económicos y políticos?, ¿se te ha ocurrido pensar  que esta puede ser la manifestación de un proceso evolutivo que ya se había iniciado antes?, ¿ y cómo se podría conectar todo esto con las propuestas vitales de las nuevas generaciones?, ¿con la urgencia de cuidar la naturaleza y con nuestros propios miedos y también nuevos deseos y nebulosos anhelos humanos? ¿podría ser que entre todos hayamos generado y/o como mínimo dado el espacio para este cambio?, ¿qué es lo que no hemos estado escuchando y qué es lo que aún NO estamos escuchando? Si  decidimos tomar responsabilidad  y empezar a hacernos estas preguntas, quizás podamos también a acercarnos a nuestro poder de generar un proceso – esta vez conscientes – hacia lo que ambicionamos, y para ello es necesario saber conversar

Existe un clamor humano de cambio, ¿es nuevo?. Como seres humanos tenemos la necesidad de evolucionar y la palanca de cambio que se ha estado moviendo nos ha llegado en un paquete poco deseable, y por eso es imperativo abrirnos a explorar desde dentro lo que nos está pasando. Hoy día es insuficiente analizar y «describir» lo que pasa.  Es necesario tocarlo y sentirlo, experimentarlo y asimilarlo «en el cuerpo».  Solo así seremos capaces de conversar, de crear y construir una propuesta de futuro auténtica que sintonice con nosotros de verdad. Una visión de nuestro mundo que lo armonice todo, para que vivir sea «per se» fuente de satisfacción y para que la auténtica felicidad no sea solo una sensación pasajera. 

Me encontré con una frase de Cantinflas que me parece genial – como él-  y que conecta con esta propuesta. 

¿Qué tal si miramos el futuro como la posibilidad de crear un mundo nuestro y por tanto mejor?. Total, de todas maneras hoy día hay que volver a empezar!. 

Si el poder de la conversación es la vía, ¿cómo aprender a conversar vs discutir? Necesitamos auténticos líderes que comprendan que su reto no es tener soluciones sino visión, y poner luz, crear espacios y contextos para conversar e identificar cuáles pueden ser los siguientes pasos hacia un nuevo futuro al que todos los miembros de una organización, un país, una familia… quieran ir. Este es, sin lugar a dudas, lo que llamamos: un gran «momento de liderazgo».

Quien está llamado a abrir esas conversaciones para reconectar, crear nuevo valor –acorde con el nuevo contexto – y buscar resultados relevantes,  es el líder.  Es necesario entender el liderazgo de una nueva manera y abrirse a aprenderla, porque identificar las conversaciones que están faltando, no es evidente y permitirse ser un «principiante», no es fácil.  

Uno de los actuales grandes retos de quienes están a cargo de las organizaciones, es generar equipos capaces de comprender las bases de la colaboración efectiva, en la que se potencie la diversidad y en donde las diferentes perspectivas, sean la mayor riqueza y no el mayor problema.

Los equipos directivos deben replantearse la visión y las estrategias de negocio, desde ese auténtico liderazgo, y comenzar las conversaciones de reconexión  y construcción del futuro. Desde allí deben velar para impactar en cascada a toda la organización, para lograr  «egagement» y resultados. Desde nuestra mirada ontológica del Liderazgo Generativo, decimos que: «un líder es aquel que es capaz de declarar futuros a los que otros se quieren sumar y comprometerse a coordinar acciones para conseguirlo, al tiempo que satisfacer a sus clientes» (Bob Dunham)

Esta es la clase de liderazgo que puede llevar a las organizaciones a un resultado relevante y satisfactorio, con bienestar y sostenibilidad, a través de la creación de nuevo valor.

El liderazgo se aprende:

La creación de valor viene de las personas y por ello remarcamos que el papel del liderazgo en un nuevo comienzo es más estratégico que nunca. 

En la dura competencia que se avecina, apostar, colaborar y acertar solo vendrán de la profundidad en la conexión entre todos, para que ello derive en la coherencia y la consistencia que resuenen con el mercado. En las organizaciones será necesario desarrollar la capacidad de ofrecer aquello que en primera instancia tenga sentido para los equipos de colaboradores, aquello que les resuene será lo que les acerque al mercado, a sus clientes y entonces sus propuestas para afirmar que están creando valor. 

En medio de este panorama, detectamos una ceguera en la mayoría de organizaciones respecto al liderazgo. Muchas veces se confunde la gerencia y el propio rol jerárquico con lo que verdaderamente es el arte de liderar. No es obvio, ni trivial, tampoco es conceptual, y por tanto no se puede dar por hecho que los directivos y jefes, por tener personas a su cargo,  tengan la capacidad de facilitar conversaciones relevantes, ni menos que sepan provocar una exploración e insights en sus equipos. Es fundamental un entrenamiento que les permita adquirir las habilidades y herramientas que les harán elevar su impacto y acceder así a un liderazgo efectivo. 

Llevamos años apoyando este aprendizaje y entrenando el liderazgo auténtico y  efectivo que incluye el desarrollo de una presencia con la que se sostienen espacios para que las conversaciones necesarias, -difíciles seguramente-, tengan lugar con efectividad, generando el compromiso de verdaderos seguidores, en lugar de obedientes.

Entrenamos a los lideres para impactar en la red de conversaciones de toda su organización, porque el arte de la conversación implica también distinguir tipos de conversaciones, según el resultado que buscamos en cada situación. 

Para comprender mejor «el poder de la conversación», Humberto Maturana nos ilumino con su definición de la misma: «es una co-creación, conspiración y co-inspiración». Sin duda, muy lejos de convencer, manipular, determinar, ordenar o llevar la razón.

Podemos concluir que para descubrir lo auténtico que vive en los colaboradores de una organización y ser capaces de alinearlo en un propósito compartido, se requiere del arte de liderar.  Y que la esencia del movimiento consciente hacia el mundo que queremos construir, se inicia con una reconexión que nos haga capaces de crear valor para nosotros y para nuestros clientes.
Así, lo que está pasando se relega a ser un mero escenario, o el argumento a través del cual podemos plasmar nuestra conexión con la vida.  Creo que todos queremos iniciar una corriente que nos haga sentir que estamos en nuestro mundo, uno de verdad. Sinceramente creo que aún con nuestras resistencias, esto es «lo que nos pide el cuerpo». En las organizaciones y también en otros ámbitos es hora preguntarnos ¿qué nos está pasando? y por supuesto, de escucharnos. 

Angélica Del Carpio | Thinking & Growth Partner

Deja un comentario